8 de abril de 2010

Delirio de la noche

Me pareció sentir resonar una voz ahilada en el interior de mi oído como un eco que cultivaba dulcemente mi edén o quizás sea una luz tenue en el interior de mi ser. Será que es lo que sintió mi corazón al alebrarse en dilección como las burbujas del champán que bañan el cristal de una copa con un brillo añil como razón para eclipsar eternamente la luz del sol.

  Un orate de la posesión narra los hechos sucedidos en esta fábula donde no existe el bien ni el mal, ni princesas y tampoco príncipes, solo almas atrapadas en el eviterno de la bohemia, donde cada hora del día se cuenta como una hora menos para que en las calles ya siniestras reine la dadivosa noche y será ella, y sólo ella la que inundará sus mentes de delirio, una sensación que va mucho más allá de los horizontes infinitos donde se mezcla la lujuria y la pasión, en un corazón intacto de porcelana que jamás a nadie  le perteneció.

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