La brújula oxidada,
las suelas desgastas,
la mirada exhausta.
Ya no quedan anécdotas,
ni melodías, ni cuerpos que desvestir:
se acabó el porvenir.
No queda ni una luz en la ciudad,
tan solo un par de monedas en el bolsillo
y demasiada nieve cubriendo la suciedad
de esta bestia de asfalto,
bestia sin piedad,
haciéndose la dormida en esta larga noche,
la noche antes de la tempestad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario