17 de julio de 2010

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17 de Julio del 2010 Point Pleasant, Estados Unidos.





  Anochecía. El calor veraniego se empezó a mezclar con la densa humedad. La oscuridad se apoderaba de cada una de las hojas de aquel tan frondoso y peligroso bosque que guardaba tantas historias y leyendas. La noche caía lentamente como una manta ligera sobre los pocos claros de luz que todavía no habían cedido paso a la astuta oscuridad. De pronto una luz intensa convirtió esta fábula en una pesadilla. La luz chocó contra los troncos de los robustos árboles y se oyó el ruido de un coche frenando en seco. Era el Cadillac Eldorado azul oscuro del 74 de David Williams de 20 años, una cortesía de su ya difunto padre y una verdadera bomba de relojeria descapotable. La puerta del Cadillac se abrió de golpe y en un estruendo el cuerpo drogado de una joven rubia con unos pantalones cortos vaqueros desgastados y una camiseta negra se cayó junto con una bolsita de plástico en la que todavía quedaba anfetamina. Era la novia de David, su nombre era Alicia Friedly y sólo tenía 19 años. Alicia pego un chillido pero no tardó en levantarse, tampoco había tomado tanto, a diferencia del yonki de su novio. 


  Alicia empezó a aficionarse a la enfetamina cuando tenía 17 por una amiga llamada Paula, una verdadera loca a la que sólo le importaba el rock, vivir deprisa y dejar un bonito cadáver como decía Tarantino. Un sábado sobre las 11 y media de la noche, cuando Alicia estaba de fiesta en el Martell's Tiki Bar , Paula la llamó para decirle que la venía a recoger con un supuesto amigo suyo, un tal Darek, porque resulta que había encontrado una casa abandonada a fueras de la ciudad donde podían meterse un par de rayas tranquilamente sin pensar en la policía. Alicia salió fuera del bar para esperar a Paula que no tardó en venir en su Polo Golf rojo de cristales tintados. Alicia abrió la puerta y se subió al coche, pero ella no sabía que apartir de ese momento nunca más volvería a ser la misma. Cuando llegaron a la casa entraron por una ventana rota. Alicia vio que dentro de la casa había mas gente y se sorprendió porque Paula no le había dicho nada. Todos estaban colocados como si iban a morir mañana o como si simplemente no les importaba desgastar sus fosas nasales y destruir  su sistema nervioso. - Esta mierda es de la buena, no encontrarás mejor en esta ciudad- Dijo Paula mientras esnifaba una raya con un billete de 20 dólares. Alicia empezó y no podía parar. Una, dos, tres... Y perdió la cuenta junto al control. Entonces se empezó a marear rápidamente y pidió ayuda pero parecía que nadie la oía. Todo se movía a cámara lenta y toda la gente que estaba en esa casa se convirtió en siluetas borrosas que se reían, se reían de ella y sus risas convertidas en carcajadas burlescas resonaban una y otra vez en las paredes hasta que, se hizo el silencio. De repente Alicia vio una figura de un hombre alto y corpulento vestido de negro que se abria paso entre todas esas siluetas y las apartaba como si fuesen peones de papel. El hombre corpulento se echo encima de Alicia y la empezó a desnudar. Solo los que estaban en esa casa pudieron ver lo que Alicia ya no diferenciaba y quizás, ni siquiera sentía. Alicia perdió el conocimiento. A la mañana siguiente se despertó en esa terrible casa y con un dolor hasta las entrañas. En su cara se diferenciaban terribles moratones, moratones que cubrían parte de su cuerpo sobre todo las piernas que más tarde revelarían a su familia lo realmente acontecido, aunque lo que realmente pasó en aquella casa sólo lo saben Paula y Darek. Después de que el hombre se había ido satisfecho y tras de él se fue el resto de la gente que estaba en la casa una vez visto el casi macabro espectáculo, Paula le pegó una paliza brutal a la pobre Alicia que se encontraba inconsciente, simplemente estaba colocada y no sabía lo que hacía. Al día siguiente Alicia juró a sus padres que nunca más volvería a tomar drogas, pero el paso del tiempo siempre sera peor que cualquier droga. Sólo el tiempo puede alterar nuestras decisiones, promesas y cambiarnos hasta tal punto que resultamos ser desconocidos para nosotros mismos, más desconocidos de lo que éramos. Ahora las drogas, las malas compañías y el chalado de su novio David se habían convertido en los protagonistas que daban sentido a su vida, o más bien, a la destrucción de su vida. David, fue popular en el instituto, el tipico que estaba en el equipo de baloncesto y no necesitaba entrenar antes del partido, siempre conseguía lo que quería. David sólo necesitaba a sus amigos y las fiestas con el lema drogas, sexo y alcohol que montaba en su casa cuando sus padres se iban de viaje. Después del instituto se fue a la universidad y su vida cambió radicalmente. 





David conoció a Alicia y ella por un tiempo le alejó un poco de aquel oscuro mundo, un poco que nunca fue suficiente. Alicia pasaba noches seguidas en la casa de David fumando marihuana y luego hacían el amor en su cocina, en el sofa del salón, en la cama  de su dormitorio donde siempre habían restos de cocaína de su habitacion  y finalmente en la ducha. Pero toda esta tentación hacia a Alicia caer en una fosa, una fosa que era un símbolo de su pasado, aquel al que juró nunca más volver.


-Eres una zorra asquerosa, siempre me meto en problemas por tu culpa.-  Grito David y le pegó a Alicia una bofetada provocando que su cuerpo debilitado se vuelva a caer. Esta vez cayó muy fuerte y se golpeó en la mandíbula. Alicia pudo saborear la tierra que se metía entre sus encias y se mezclaba con la sangre. En un intento de escupir, escupía sangre, tierra mezclada con rabia, dolor y mucho odio. En ese momento entendió algo que debía haber entendido desde el principio, no tenía porque haber tomado aquella mierda.
- ¡Qué te levantes he dicho joder!- Exclamó David enfurecido y le dio una patada en la barriga. Pero ella ya no lo escuchaba aunque él seguía insistiendo una y otra vez en lo mismo, desvariando, delirando como nunca, y amándola, amándola tan fuerte que sería capaz de matarla. De repente la mirada de David empezó a nublarse o quizás era la niebla que se apoderó del bosque decapitando los árboles a una velocidad siniestra. -Eres una puta zorra como todas.- Le escupió a la cara y después la pego a un árbol, la desnudó, la ató y le preguntó con avaricia: -Me amas?- Sus ojos verdes desprendieron un brillo maquiavélico y sus pupilas ya dilatadas, se dilataron más todavía. -No.- Respondió rotundamente ella como si siempre hubiera sabido la pregunta y la respuesta también. -Respuesta incorrecta.- Y cojiendo todo su odio y rabia en un puño David empezó a golpearla una y otra vez, por ser tan hermosa, por ser tan amable, por ser simplemente la mujer de su vida. Sangre, sangre y sangre. Sus manos ensangrantadas ardían y dolían, dolían como nunca.



Alicia observaba todo, su novio drogado pegándole puñetazos a un árbol. Ella observaba todo con ansias de salvarlo y a la vez con miedo, un  miedo que la paralizaba o puede que sólo era un efecto de la anfetamina. - Es miedo a lo inesperado tal vez, sólo me tengo que tranquilizar.- Pensó. Fue entonces cuando se acordó de la navaja que solía llevar en su bolso negro de mano, por si las moscas como dicen. Alicia la había comprado en un mercadillo el verano del año pasado a a un viejo por sólo 35 dólares, una verdadera ganga para ser una Victorinox. El viejo le dijo a Alicia que esta navaja  le había ayudado mucho cuando servía en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, aunque su arma oficial era una elegante Berreta 92, y que lo mejor es que ahora pase a unas nuevas manos de quien realmente la podría necesitar y como no, cuidar. Alicia caminó sigilosamente hacia el Cadillac, luego sacó la navaja de su bolso y se echó a llorar -En momentos como estos me imagino como será ver la vida a través de sus ojos. Sé que no hay amor si uno no se deja amar y sé que no hay locura si uno no se deja llevar, pero no sé si existe lo eterno...- El sabor salado de sus lágrimas la hicieron regresar a la realidad, la cruda realidad.




-¡¿Pero qué he hecho?! -Gritó David enfurecido mientras se llevaba sus manos sangrientas a la cabeza, sentiéndose culpable de ser el mismo. Este fue el único momento de su vida en el que podía gritar a los cuatro vientos que se odiaba a sí mismo por ser el causante, el Othello de esta apocalipsis pasional.-Perdóname Alicia, siempre te he amado y siempre te amaré.- Entonces Alicia metió la navaja en su bolsillo, se agachó para sentarse en la tierra y le abrazó por detrás con ternura, una ternura que le recordó a David el primer ramo de flores que le regaló a Alicia, se acordó de la nota que le dejó en aquel precioso ramo de rosas rojas que se pasó el día entero buscando por toda la ciudad , una nota que más tarde Alicia guardó en el cajón de la mesilla de noche de su habitación:  Si perderme contigo significa volar, ojála que nunca nos encuentren.


- ¡Te prometo que soy capaz de olvidarme de todo David, de todo!- Exclamó Alicia- Todo nos irá bien, sólo tenemos que olvidar y seguir, un día tendremos una familia, nuestros hijos seran hermosos y les construiremos en nuestro jardín unos columpios y también pondremos una cancha de baloncesto para jugar con ellos como tú siempre has querido amor mío, como tú siempre has querido. ¡Por favor prométemelo! - Alicia soltó un llanto que se adentró en el alma de David hasta deformarlo intensamente por unos segundos. Pero en el fondo de su ser Alicia sabía que no podían tener una famlia, ella había caído en manos equivocadas que la habian protegido y a la vez destruido durante tanto tiempo. Sus familias de entrada ya sabían que su relación no tendría ningún sentido, y menos todavía un futuro. - Te lo prometo, te prometo todo lo que me pidas, todo te lo daré.- Dijo David con una voz débil pero a la vez ferviente. Ella se levantó y rompió a llorar - No puedo perdonarte, sólo si te matare. Ha llegado el momento de decirte adiós, para siempre - Meditó Alicia mientras sus ojos se invadían de lágrimas que quemaban su ego y arrastraban sus esperanzas al vacío, sueños alejados del para siempre jamás.




Alicia metió la mano en su bolsillo hasta tocar con la yema de sus dedos la navaja. Alicia sentía una sensación gratificante, sabía que iba a hacer lo correcto. Alicia miró fijamente a los ojos a David, unos ojos que habían sido su salvación y a su vez, su peor pecado.- Si perderme contigo significa volar, ojalá que nunca nos encuentren. Adiós David, te quiero y... te querré.- Los labios de Alicia temblaban de pánico como dinamita apunto de explotar, pero aún así sacó su navaja Victorinox del bolsillo, era lo que tenía que hacer y nunca en su vida se había sentido tan segura.


 Sólo unos segundos son suficiente para acabar con una vida entera. Sólo al borde del abismo, cara a cara con la muerte, nos sentimos más vivos que nunca. Todas las decisiones que se pueden tomar en ese momento serán radicales y cambiarán el curso de una vida, o quizás, del mundo entero. 

Alicia clavó múltiples veces la navaja a David en la parte izquierda del pecho, donde está el corazón o por lo menos, donde debe estar. Los gritos eran tan fuertes que enseguida se oyó casi en un estruendo el revolotear de las alas de los pajaros en el cielo estrellado.



- A veces piensas que sin unas personas no podrías vivir, pero cuando encuentras su ausencia en el presente te das cuenta que todavía tienes fuerzas para seguir- Pensó Alicia mientras metía el cuerpo sangriento sin vida de David en el maletero.- Mañana será otro día.- El Cadillac arrancó con fuerza y Alicia se dirigió hacia un nuevo día con la brisa que esparcia su melena rubia. Sin duda era la brisa de la victoria.







2 comentarios:

  1. Holaa Elena!
    gracias por tu comentario, tienes mucha razon :) pero esque aveces no puedo evitarlo,me pongo a dar vueltas a las cosas y no paro. pero tendre que aprender a controlar jaja.
    suerte con tu blog, te sigo :)
    un besoo!

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