7 de mayo de 2010

Un dulce caos



Cuando bailaba con él me sentí sólo una pequeña pieza infinitésima de este mundo, yo y él. Un mundo que se paró al resonar su voz y su mirada para rematar dejó todas las cosas del mundo sin sentido.





 Una noche no lograba encontrar a él entre todos, parecía que era algo a propósito hecho por la vida y presentía que me lo encontraría al final de esta historia como pasan en las películas de amor. Me sentía presa de un cuento de hadas absurdo, de mi ilusión , de la idea de saber que no perteneceré a nadie si no es a él. El final de todo se acercaba lentamente y mataba de una manera tan venenosa como dulce mi esperanza que en ese momento no era más que un equilibrista al borde del abismo. Pero se me olvidó un detalle, el tiempo es el mejor autor y el que decide el mejor final. Allí estaba él ,como en aquella canción que recuerda a tantas... y esto es justamente lo que le hace ser tan única. Mis pasos hacia su mirada perdieron la sensación del asfalto que cubre esta gran ciudad y me di cuenta que cada uno de mis pasos era un comodín de vida o muerte. Nos adentramos en la noche, bailamos hasta perdernos y seguimos bailando para encontrarnos  Cuando bailaba con él me sentí sólo una pequeña pieza infinitésima de este mundo, yo y él. Un mundo que se paró al resonar su voz y su mirada para rematar dejó todas las cosas del mundo sin sentido. Sentía su mirada en mi piel, un caos se apoderó de la siguiente escena lentamente en forma de un baile mortal para mis sentimientos. Un caos, un dulce caos.

Una noche... Un baile... Y un adiós.

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