Y de de repente no
hay fe, desapareció como una burbuja de jabón en la que tan armoniosamente se
reflejaba el mundo entero y que de manera tan elegante superaba los obstáculos
y finalmente, explotar en el aire. Rápido, muy rápido todo cambia de forma y adquiere
tonos siniestros. Es una lucha dura obligar un mecanismo decadente a funcionar
a la perfección para que pueda captar no solo tonos monocromáticos. Toda esa
energía gastada se renueva poco antes del punto final, que percibo como un deja
vu de una explosión en un lugar remoto del universo. Después de que esa energía
vuelva, esa cinta monótona de manera vomitativa se rebobina hacia atrás,
perdiéndose una microscópica cantidad de tiempo.
Seguramente, el
material del que estoy hecha se agrieta por su propia existencia, siempre por
la falta de oxígeno como de una soga en mi cuello, hasta que me quedo sin aire,
por sentir algo a través de años que pasan como una cuchilla por mi piel
siempre tan fiel a su salvaje erotismo.
Es como la necesidad de una droga inexistente antes los ojos de una
multitud sin fin que no me ve. Mi
vida es la perfección de una nota de suicidio, un acto que ya no es para mi. La
muerte, un chicle que perdió todo su sabor. No hay nada especial en la muerte,
todo ese culto seductor es una mentira porque la muerte no se puede representar. La muerte, con su estúpida
y tan cautivadora seducción de perfume de una desconocida en un vagón, es una
mentira. La muerte es bella porque es la vida la que le otorga la belleza, al
igual que el sol es responsable del brillo de la luna en la noche.
La vida es un
chicle que masticо vagamente. Sé que si me paro, todo
se parará. Todos mis sueños y mis deseos se convirtieron con el paso del tiempo
en una masa amorfa que veo borrosamente en aguas estancadas pantanosas formadas
por citas, lugares y rostros que han existido en el tiempo pero jamás en el
espacio. Todo resultó ser una copia barata de algo que seguramente es difícil
de alcanzar pero puede que sea para mí, que sea para mí.
Quiero
conservar en mi corazón mi fe en la muerte, pero quiero acordarme claramente
que la fidelidad a la muerte y al pasado no es más que vicio, voluptuosidad
sombría e inhumana, cuando dirige nuestros pensamientos y nuestra conducta. El
hombre no debe dejar que la muerte reine sobre sus pensamientos en nombre de la
bondad y del amor.
La Montaña Mágica,
Thomas Mann